jueves, 3 de enero de 2013

Ouroboros, Finis ab origine pedet


Desde que el cerebro adquirió la capacidad de razonar, el ser humano, adquirió la incansable capacidad de buscar. En base a ello, adquirió el no menos importante talento para formular preguntas.

Preguntas de todo tipo, sobre todo tipo de cuestiones. Esperó, por ende, las respuestas. La mayor de las incógnitas que acaparó  toda su atención, y su disposición para responderlas, rondó entorno al tiempo, al espacio, a la existencia, y a la felicidad.

Búsquedas eternas, que paralelas a la vida del ser humano, permanecieron, permanecen, y permanecerán. Muchos han sido, los que han interpretado, y han diagnosticado una respuesta para estos imperecederos misterios.

Haciendo uso de su credo, su dogma, su religión, su fe, su intelecto, su sabiduría, su erudición, y su sapiencia, científicos, religiosos, físicos, cuánticos, cabalistas y alquimistas, dieron posibles respuestas a algunas de las cuestiones más importantes de la vida.

Unos con su lógica, y otros con su fe, se vanagloriaron de estar en posesión de la “rationis” (etimología de razón, en Latín), y de ello derivaron muchas creencias populares actuales.

En la división de la lógica y la fé, surgió una figura que incluyó el misticismo, como cimiento de sus acciones, y dió lugar al nacimiento de una figura que representa la perpetuidad en la búsqueda de la piedra filosofal.

La alquímia, no ha sido un sueño en la historia, fue real y durante más de 2500 años dejó su huella y sus logros en todos los grandes imperios existentes, entre los que se cuentan India, China, Mesopotamia, el antiguo Egipto, Persia, el imperio Islámico, y el gran imperio Romano, entre otros.

El Alquimista debía primero transmutar su alma, para poder transmutar los metales en oro. Debía purificarse, mediante la práctica espiritual. Adquirir la comprensión de la unidad de todas las cosas, lo físico, lo metáfisico, lo material, y lo espiritual.

La plena aceptación de este concepto, suponía el comprender la ciclicidad de la existencia. La indivisión de ciencia y conciencia, de muerte y resurrección, de lo visible y lo invisible en un ciclo sin fin. Supone para el Alquimista la comprensión de la dualidad, en un recorrido continuo, que es imperecedero y que inmediatamente resurge tras su finalización.

Para representar esta idea, los alquimistas hicieron uso de uno de los muchos signos e iconografías, a los que se les atribuían unas cualidades y un simbolismo, propios de la ciencia a la que representaban.

Si bien es cierto, la historia de esta iconografía que menciono,  proviene de un poco más atrás. Para presentarla, ya que es mi intención, nos remontaremos a sus orígenes.


Uroboros ó Ouroboros, es la iconografía simbólica de la que os hablo. Su simbolismo, ha permanecido prácticamente intacto hasta nuestros días, y refleja a la perfección por su historia, y por lo que simboliza, el ciclo eterno al que ineludiblemente la existencia está sometida.

Legendariamente la figura ha sido usada, por un periodo no inferior a 3000 años antes de cristo en diferentes culturas, teniendo representaciones más significativas en la cultura Egipcia,  2300ac y en la mitológia Nórdica.

Se dice de ella, que era llamada la “Serpiente de Midgard” o también llamada “Jörmundgander”.  Midgard era la Tierra del Medio, fue creada por los Dioses Odín, y sus hermanos Vili y Ve.

Legendariamente, la Tierra del Medio surgió de la batalla de estos con Ymir, también llamado Aurgelmir, fundador de la raza de los Gigantes de escarcha. Tras la batalla, los hijos de Bor (Odin, Vili y Ve) cogieron el cadáver del gigante Ymir, y lo hundieron en el abismo, para desde allí construir el mundo habitable para los no dioses, llamado La Tierra del Medio.
(Odín, Vili y Ve, en la batalla con Aurgelmir)
Cuenta la leyenda, que los hijos de Bor, utilizaron su piel para crear la tierra,  los ríos y los océanos surgieron de su sangre y su sudor, para los anchos valles, las rocas y las montañas, utilizaron sus huesos. Con su vello, hicieron la vegetación, con sus dientes, los acantilados, y con las cejas de Ymir, hicieron las fronteras con el mar. Para concluir, con su  cráneo, crearon la bóveda del cielo, y esparcieron sus sesos para crear las nubes.

Jörmundgander, era un ser másculino, que tenía como Padre a Loki, y como Madre a la giganta Angrboda. Cuando los Aesir, que vivían en Asgard (la tierra de los Dioses), vieron  con sus poderes las cosas terribles que podría hacer este ser, Odín lo lanzó al mar que rodeaba Midgard hasta el día del juicio final ó Ragnarök.

Jörmundgander, creció tanto que al final acabó rodeando la tierra y mordiéndose su propia cola, dando lugar a la figura del Uroboros o también llamada cinta del mundo.

Huyendo finalmente de la leyenda mitológica, que nos sirve para presentar los orígenes, nos centraremos en la representación mística y filosófica de esta criatura legendaria.

El Uroboros, representa pues un concepto filosófico y místico,  de una importancia tal que ha trascendido hasta nuestros días. Se representa como una serpiente o un dragón que se muerde la cola, formando un círculo sin fin. Su nombre procede del griego (oyrá y borá ) que significa cola y alimento respectivamente.
(Sísifo, y su eterna lucha, son el mejor ejemplo de la representación de la teoría del Eterno Retorno)
Esta representación sirve para plasmar iconográficamente la idea de que la existencia, es cíclica y se repite con una aplastante determinación, y de forma incansable eternamente. El Uroboro, se presta, a la servidumbre de muchos dogmas, religiones y credos, que adoptan para sí esta idea de la repetición  de la existencia una y otra vez.

Este animal de gran simbolismo, sigue a día de hoy, plasmando la idea de la lucha eterna, la naturaleza de ciclo de las cosas, y la resurrección de toda muerte (en un concepto global de espiritualidad y/o de finalización de todo, para volver a resurgir), y al mismo tiempo el esfuerzo inútil, ya que todo volverá a suceder sin que podamos hacer nada para impedirlo.

De forma sublime, esta teoría filosófica, ha sido representada por la  hipótesis llamada El Eterno retorno. Esta suposición fue presentada por primera vez durante el movimiento del Estoicismo, que fue un movimiento filosófico que tuvo su mayor auge, en el período helenístico, en tiempos de Alejandro Magno, allá por el 300ac aproximadamente.

La conjetura que da lugar a esta grandísima teoría, no es más que la conjetura o percepción, de que el mundo o la propia existencia se repite de una forma cíclica, por ende repetitiva, y no lineal. Es decir, la suposición de que principio y fin, distan entre si, es errónea. Por consiguiente, El eterno Retorno, nos plantea una existencia donde principio y fin, son exactamente el mismo punto.

Lo que nos lleva a la conclusión, de que somos presos, en nuestra propia existencia o realidad, como tal es la inmortalidad de un Ave fenix.

Tiempo a,  Nietzche explicó de forma sobresaliente, lo que es el Eterno retorno para la comprensión humana, realizando un paradigma muy diáfano, en su obra Así habló Zaratustra. En ella, el protagonista descubre que a pesar de su esfuerzo, (tal como le pasó a Sisifó, el cual arrastró eternamente una piedra hasta la cima de una gran montaña, para volver a caer, y volver a empezar, así de forma perpetua.) su existencia se repite una y otra vez perennemente. Por lo que tras su comprensión de la realidad cíclica que envuelve a todas las cosas, su única salida es que Zaratustra se convierta en el Suprahombre ó Übermensch.
(Friedrich Nietzsche)

Este pensamiento sobre la realidad cíclica de todo lo que nos envuelve, es un juicio tan global de la comprensión de la dualidad, que ha sido representado en infinidad de religiones, opiniones, y obras de una forma increíblemente sorprendente y constante.

Lo que Nietzsche pretendía explicar, y de forma soberbia hizo, es que el ser humano se convertirá en Suprahombre, cuando comprenda la realidad de la existencia cíclica y decida vivir tan intensamente su vida, que ninguno de los momentos que deje atrás pudiera ser mejorado. Esto trascenderá hasta el momento de la resurrección espiritual, en el que se produce El Eterno Retorno. En este momento el ser entenderá que su existencia ha sido tan plena, que no cambiaría ni un solo instante de la misma, por lo que El Eterno Retorno se ha convertido en la mejor existencia que desearía para si mismo, pues ha sido tan intensa y perfecta que no cambiaría ni un ápice.
(Nota del autor: Composición de Uroboros realizada con varias iconografías antiguas)
La victoria, en consecuencia, consiste en vivir intensamente y con ausencia total de miedo, convirtiendo nuestra existencia en una experiencia  insuperable.

Como reza, una antigua iconografía, que por primera vez se usó en un tratado alquímico del siglo II, escrito en Alejandría:

Finis Ab Origine Pedet.
 
El Fin pende del Principio.

Entendamos pues, que la perfecta aceptación de nuestra realidad, es vivir intensamente y sin miedo, todos y cada uno de los momentos que se nos ofrece. Solo así comprenderemos, que la plena felicidad, el estado del Suprahombre que Nietzche explicaba en su obra, depende única y exclusivamente de nosotros.

Vivamos pues,  como si cada momento que deba pasar por nuestras manos, ya fuese perfecto.

Saludos.

Gracias por leerlo, … XD Juass¡¡ si has llegado hasta el final, deja tus comentarios, si lo crees oportuno.

4 comentarios:

  1. La verdadera Felicidad solo la puedes obtener de ti mismo..... Disfrutando de todo lo que te haga sentir pleno.

    S..

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  2. No podría estar más deacuerdo, S. Gracias por dejar tu opinión!!

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